Carro de Darío
En medio iva Dario, un cuerpo tan preçioso 855
¡semejava profeta, tant’era de sabroso!—.
El carro en que iva tant’era de fermoso
que qui’l podié veer teniés’ por venturoso.
Los rayos eran d’oro, fechos a grant lavor; 856
las ruedas esso mismo davan grant resplandor;
el ex’, de fin’argent’, que cantasse mejor;
el ventril de çiprés, por dar buena olor.
El cabeçón del carro no’l tengades por vil: 857
era todo ondado de muy buen amarfil;
todo era listado de obra de grafil;
¡de piedras de grant preçio avié ý más de mill!
Las puntas de los rayos eran bien cabeadas, 858
de bastones bien fechos de piedras preçïadas;
eran tan sotilment’ todas engastonadas:
¡semejavan que eran en uno ajuntadas!
Digámosvos del yugo, siquier’ de la lazada 859
obra era greçisca nuevamente fallada—:
¡toda una sirpiente teniela embraçada
por cadena de oro que era muy delgada!
El escaño de Dario era de grant barata: 860
los piedes de fin’oro e los braços de plata.
¡Más valién los aniellos en que omne los ata
que non farién las rendas de toda Damïata!
Tenié puestos los piedes sobre quatro leones 861
que semejavan bivos, tanto eran lidones;
tenién en las cabeças otros tantos grifones
e tenién so las manos todos sendos bestiones.
Venié sobre el rëy, por temprar la calor, 862
un águila bien fecha de preçiosa lavor,
las alas espandidas por fer sombra mayor;
siempre tenié al rëy de temprada sabor.
Eran en la carreta todos los dios pintados 863
e cuémo son tres çielos e de qué son poblados:
el somero, muy claro, lleno de blanqueados;
los otros más de yuso, de color más delgados.