HD Lab: La-Argentina-La-conquista-del-Rio-de-La-Plata-Poema-historico

1602

ia600301.us.archive.org

- Annotations   ·   No Other Contributors   ·   CC0 1.0 License information Public Domain

CANTO DECIMO-CUARTO. _En este canto se cuenta la batalla que hubo entre los de Garay y los Charruas, y como fué herido Garay en los pechos, y su caballo muerto, y muchos indios muertos y heridos._ ¿A quien he de llamar que me dé aliento? O ¿quien podrá acertar, que estoy enseñado A tratar de tristezas y lamento, Y poco de placeres he gustado? Pues esto de la guerra hago á tiento, Que menos de las armas he probado: A vos, Señor, favor pido y demando, Que vuestra ayuda sola voy buscando. Dejé, si os acordais, en la marina, Pasado ya el naufragio, á nuestra gente; El Aurora nos viene ya vecina, Apolo muestra ya su roja frente; El bergantin navega á la bolina, Subiendo el rio arriba diligente; El Zapican ejército, marchando En siete escuadras, viene ya gritando. El bergantin le vido, mas primero Le habian descubierto tres soldados, Aquestos dieron arma muy ligero, Los arcabuces fueron bien cargados. No vide que queria ser postrero Alguno, porque todos aprestados En un punto salieron muy gozosos, Por dar fin al Charrua codiciosos. Doce caballos solos se ensillaron, El Capitan con once compañeros, (Que muchas de las sillas se mojaron) Salieron veintidos arcabuceros. Los bárbaros á vista se llegaron Con órden y aparato de guerreros, Con trompas, y bocinas y atambores, Hundiendo todo el campo y rededores. El Capitan mandó que se emboscasen Los once de á caballo, hasta tanto Que los alegres bárbaros llegasen A tiro de arcabuz, porque de espanto De ver á los caballos, no tornasen: Y el Capitan se puso al otro canto Con sus arcabuceros, atendiendo Se fuese el enemigo introduciendo. Llegado á poco trecho, hacen alto, El Capitan procura de cebarles, Un poco retirándose en un alto, Por mas á su placer escopetarles. El bárbaro de seso no está falto, Que entiende ser aquesto asegurarles, Por dó hace parar sus escuadrones, Y dice con gran grita estas razones. "Estamos de esperaros ya cansados, Que há dias que tenemos entendido Que sois hombres valientes y esforzados, Agora será el caso conocido. Salid los mas valientes y alentados, Riñendo uno con otro este partido, Salid, que tardar tanto es cobardia; Veremos vuestro esfuerzo y valentia. Con solo matar veinte de vosotros, Pues sois de tanta fama y nombradia, La vida por bien dada de nosotros Tenemos todos juntos este dia: ¿Podeis ser mas valientes que los otros, Cuyo valor poco há que fenecía? Salid á los vengar, acobardados, Cornudos, mugeriles y apocados." Mas cosas les oí por mis oidos, Que un poco de su lengua ya entendia, Gritaban, daban voces, alaridos, Con su grita la tierra estremecia. Cual indio la perneta, cual fingidos Motines y ademanes, cual hacia Que cae en tierra triste y desmayado, Y en un punto veréisle levantado. Llamaban con las mantas que traian Ceñidas á los cuerpos, no cesando De dar voces, diciendo, que querían Ponerse nuevos nombres peleando. Mas viendo que los nuestros ya salían, Al alto se volvian retirando, Juzgando por mejor un alto cerro, Y el sueño, como dicen, fué del perro. Saliendo al alto, y siendo traspasado Un poco de pantano que allí estaba, El Capitan á priesa ha caminado; Los once de á caballo que llevaba Siguieron con esfuerzo denodado: La trompa con presteza resonaba En ellos, _Santiago_, _Santiago_, Y oid un bello lance y gran estrago. Seguíanle los once de tal suerte, Que juntos se metieron, y mezclaron En medio el enemigo, dando muerte A todos cuantos indios encontraron. Rompieron una esquadra grande y fuerte, En que de setecientos se pasaron; Salieron de otra banda cien flecheros Con ánimo gallardo muy lejeros. Sobre estos nuestra gente revolviendo Pelea, y ellos rostro y cara hacen: Los otros al socorro muy corriendo Acuden, mas los nuestros los deshacen. Volvieron á romperlos, y rompiendo Los mozos sus deseos satisfacen, Que tantos por el suelo van rodando, Cuantos caballo y lanza van tocando. Aquí vereis el indio atravesado Por medio la garganta, y allí junto El otro todo el casco barrenado, Saliéndole los sesos luego al punto. Por medio de los pechos traspasado Estaba Tabobá, y casi difunto, Y tanto de la lanza se aferraba, Que ya perderla Leiva imaginaba. Allega Menialvo con su espada, Y dále un golpe tal que desafierra La lanza el enemigo, y aun pegada La lanza con la mano deja en tierra. El indio vé su mano destroncada, Y quiere escabullirse de la guerra, Mas no le dán lugar, que tras su mano Tendido le dejó Leiva en el llano. Y como recobró Leiva su lanza, Habiendo á Tabobá muerto, con priesa Revuelve Abayubá sobre él, y lanza El mozo un bote tal que le atraviesa El ombligo, y el indio se abalanza Por la lanza adelante, y hace presa Con el diente en la rienda, de tal suerte, Que la corta, y fenece con la muerte. El viejo Zapican, que vé tendido A su sobrino en tierra, bien quisiera En Leiva se vengar, mas ha acudido El bravo Menialvo, que le diera Un golpe tan terrible, que partido Por medio, por encima la cadera, En dos partes quedò: fué cuchillada De brazo poderoso, y fuerte espada. Añagualpo, que estaba muy pujante, En suerte le ha cabido á Vizcaino: El bravo indio se puso de delante Con pica que parece un grande pino. El mozo le encontró luego al instante Con su lanza, y aun hizo tal camino Por medio de los pechos de aquel perro, Que la espalda pasó su fino hierro. Su lanza sacó tal y tan bermeja, Que el hierro pura sangre parecia: Dos pasos de este puesto no se aleja, Cuando un indio de fama le seguia: A esperarle el mancebo se apareja, Que es indio muy gallardo y de valía, Al mozo ha acometido Yandinoca, Y él métele su lanza por la boca. Arevalo gallardo vá hiriendo La gente que jamas fue conquistada; El hierro de su lanza va tiñendo En sangre con los sesos mixturada. Con fuerza vá Aguilera descubriendo Aquí, y acá y allá de una lanzada: Al indio deja tal, que parecia Que el indio só la tierra se hundia. El buen Mateo Gil, soldado viejo, Con esfuerzo y valor de Trugillano; Nacido en el lugar de Xarahicejo, Andaba por el campo muy lozano. Parécele que mata algun conejo, Matando algun soldado Zapicano, Y así tan gran estrago va haciendo, Que las yerbas del campo va tiñendo. Hernan Ruiz pelea sin pereza, De Córdova heredando la osadia: Acá y allá acude con destreza, Con ánimo y esfuerzo y valentia. Un indio le encontró con gran fiereza, Y quitarle la lanza pretendia: Camelo le ayudó, perdió la vida El indio, con la mano bien asida. Con gran fuerza por medio Magaluna De cinco ó seis soldados se metia: Al encuentro le sale Juan de Osuna Con su espada, que lanza no traia. Al mozo favorece la fortuna, Que el indio con su pica tal venia, Que si el caballo un brinco no pegára, Por medio de los pechos le pasára. La pica suelta el indio muy corrido, Y al pecho del caballo se ase y garra: El mozo, que lo vido tan asido, La daga de la cinta desamarra: Con ella fuertemente le ha herido, Y tanto las entrañas le desgarra, Que Magaluna altivo, bravo y fuerte Cayò en tierra herido de la muerte. Tiene el campo Juan Sanchez ya poblado De zapicanos muertos con su espada; Un indio le acomete señalado, Con una espada inserta y enhastada. Un bote le tiró por un costado, Y el mozo le responde de estocada, Y aciértale por medio de la frente, Y da con èl en tierra derrepente. Rasquin piensa ya hoy hacer remate Del ejército todo zapicano: Mas veis otro que viene en el combate, Que quiere en general probar la mano, De encuentro, de reves, dá jaque y mate Al indio sin dejarle un hueso sano, Con la fuerza que pone en su caballo, El fuerte y animoso Caraballo. Fortuna, si quisieres estar queda, Cuan presto el Charruaha se acabaria: Si el capitan Garay viera tu rueda, Bien con su lanza audaz la clavaria. En un cerro una esquadra estaba queda De indios, á la mira que haria, El Capitan por ellos va rompiendo, Y en él todos á puja rebatiendo. Rompíolos, y al romperlos fué herido: Miráronle los indios si caía, Y viendo como en tierra no ha caido, Sin órden cada cual allí huía. El Capitan tras ellos ha corrido; En esto su caballo se tendía, Y muerto fenecióse la pelea, De que el indio no poco se recrea. Acuden los soldados, como vieron Caer su Capitan con el caballo; De presto en otro al punto le pusieron; Procuran al real luego llevallo. Los bárbaros al punto se huyeron; La trompa á recoger toca: dejallo Conviene al enemigo. En estos cuentos Murieron, segun ví, mas de doscientos. Recógese la gente muy gozosa De ver quedar el campo muy poblado De la soberbia sangre belicosa Del indio, en estas partes señalado. Era cierto esta gente muy famosa, Su fuerza y su valor tan estimado, Que toda la provincia la temia, Y muy grande respeto le tenia. El Capitan, que á todos gobernaba, Fortísimo y valiente era en la guerra: Por aquesta razon le respetaba, Sin su gente, gran parte de la tierra: Y aunque él en estos llanos habitaba, Tenia alguna gente allá en la sierra, Los cuales á su tiempo le servian, Y á su mano y diccion siempre acudian. Con esto estaba el perro tan pujante, Que á todo el mundo junto no temia, Juzgándose asi solo por bastante Contra la tierra toda y monarquía. El nombre de cristiano, y lo restante Pensaba de acabar solo en un dia, Y no le falta ayuda de paganos, Que vienen de los pueblos mas cercanos. En tanto que nosotros celebramos El triunfo de victoria muy gozosos, Y aquel siguiente dia reposamos, Los indios despoblando temerosos La tierra adentro huyen: despues vamos En busca de Rui Diaz muy gozosos, Que huyendo del tiempo adverso y duro, Tomó en San Salvador puerto seguro. Adonde en su ribera deleitosa, De todos los desastres olvidados, Nos tuvimos por gente muy dichosa, En vernos ya de asiento allí poblados; Con gozo celebrando la famosa Victoria de mancebos esforzados Contra el soberbio indio belicoso, Y en todo el Argentino mas famoso. A priesa cada cual hace morada, Que de maderos hay gran aparejo, Y teniendo su carga descargada, Por Juan Ortiz se parte Melgarejo. No siento le da pena la tornada, Que aunque es el Capitan ya cano y viejo, A trabajos está tan avezado, Que no se halla bien si está parado. Aquí, pues, los dejemos, descansando Los unos y los otros muy gozosos, El tiempo en regocijos empleando Por los campos y prados deleitosos: A Juan Ortiz volvamos, que penando Está con sus soldados lastimosos: Al que quisiere ser bien informado, Serále en otro canto relatado.