CANTO PRIMERO.
En que se trata del órigen de los Chiriguanas ó Guaranís, gente
que come carne humana, y del descubrimiento del Rio de la Plata.
Del indio Chiriguana encarnizado
En carne humana, orìgen canto solo.
Por descubrir el ser tan olvidado
Del Argentino reino, ¡gran Apolo!
Envìame del monte consagrado
Ayuda con que pueda aquí, sin dolo,
Al mundo publicar, en nueva historia,
De cosas admirables la memoria.
Mas ¡qué digo de Apolo, Dios eterno!
A vos solo favor pido y demando.
Què mal lo puede dar en el infierno
El que en continuo fuego está penando.
Haré con vuestra ayuda este cuaderno,
Del Argentino reino recontando
Diversas aventuras y estrañezas,
Prodigios, hambres, guerras y proezas.
Tratar quiero tambien de sucedidos
Y estraños casos que iba yo notando.
De vista muchos son, otros oidos,
Que vine à descubrir yo preguntando.
De personas me fueron referidos
Con quien comunicaba, conversando
De cosas admirables codicioso,
Saber por escribirlas deseoso.
Perú de fama eterna y estendida
Por sus ricos metales por el mundo;
La Potosì imperial ennoblecida,
Por tener aquel cerro tan rotundo;
La tucumana tierra bastecida
De cosas de comer, con el jocundo
Estado del Brasil, daràn subjecto
A mi pluma que escriba yo prometo.
Que aunque en esta obra el fundamento
Primero y principal, Rio de la Plata,
Y así es primero su descubrimiento;
Con todo no serà mi pluma ingrata:
Que aquí pintarà al vivo lo que siento
Del nuevo orbe al Marques Mora: y si trata
Contrario à la verdad, yo sea borrado
De su libro, y à olvido condenado.
Tambien dirè de aquel duro flagelo,
Que Dios al mundo diò por su pecado,
El Drake que cubrió con crudo duelo
Al un polo y al otro en sumo grado.
Trataré de castigos, que del Cielo
Parece nuestro Dios nos ha enviado:
Temblores, terremotos y señales
Que bien pueden juzgarse por finales.
En todo hallará bien, si lo quisiere,
A su gusto el lector, gusto sabroso.
Y guste lo que mas gusto tuviere,
Y deje lo sin gusto y disgustoso.
Hará al fin lo que mas gusto le diere:
Què esto de escribir es azaroso.
En nombre de Jesus comienzo agora,
Y de la Vírgen para Emperadora.
Despues del gran castigo y gran justicia,
Que hizo nuestro Dios Omnipotente,
Por ver como crecia la malicia
Del hombre que compuso sabiamente,
Habiendo recibido la propicia
Señal del amistad, Noé prudente,
De Japhet, hijo suyo, así llamado,
Tubal nació valiente y esforzado.
Aqueste fué el primero que en España
Pobló: pero despues viniendo gentes
Con la de aqueste Tubal y otra estraña
Mas, del mismo Noè remanecientes,
España se pobló, y tanta saña
Creció entre unos hombres muy valientes
Tupìs, que por costumbre muy tirana
Tomaron á comer de carne humana.
Creciendo en multitud por esta tierra
Estremadura bella, aquesta gente
De tan bestial designio y suerte perra,
Por atajar tal mal de incontinente
Hicieron los Ricinos grande guerra
Contra aquestos caribes fuertemente;
En tiempo que no estaba edificada
La torre de Mambrós tan afamada.
Ni menos el alcazar trujillano,
En que vive la gente trujillana:
Ni la puente hermosa, que el Romano
En Merida nos puso á Guadiana.
Ni habia comenzado el Lusitano,
Que habita en la provincia comarcana.
Empero habia Ricinos en la tierra,
Muy fuertes y valientes para guerra.
Aquestos son nombrados Trujillanos;
Cual pueblo _Castrum Julii_ fuè llamado:
Qué cuando le poblaron los Romanos
El nombre de su Cèsar le fuè dado.
Fronteros de estas tierras los profanos
De aquel designio pèrfido, malvado,
Caribes inhumanos habitaban,
Y toda la comarca maltrataban.
Corriendo las riberas del gran Tajo,
Y à veces por las sierras de Altamira,
Ponian en angustia y en trabajo
La gente con su rabia cruda y dira.
No dejan cosa viva: que de quajo,
Cuanto puede el Caribe, roba y tira;
A cual quitan el hijo y los haberes,
Y á otros con sus vidas las mugeres.
Vistos por los Ricinos trujillanos,
Con ánimo invencible belicoso,
Contra aquellos caribes inhumanos
Formaron campo grande y poderoso.
Venido este negocio ya á las manos,
De entre ambas partes fuè muy sanguinoso:
Mas siendo los caribes de vencida,
Las reliquias se ponen en huida.
Espulsos de la tierra, fabricaron
Las barcas y bateles que pudieron,
Y à priesa muchos de estos se embarcaron
Y sin aguja al viento velas dieron.
A las furiosas aguas se entregaron,
Y asì de Estremadura se salieron;
Y à las islas, que dicen Fortunadas,
Aportan con sus barcas destrozadas.
Platon escribe y dice, que solia
El mar del norte, Atlàntico llamado,
Ser islas lo mas de él, y se extendia
La tierra desde España en sumo grado.
Y que en tiempos pasados se venia
Por tierra mucha gente; y se han llamado
Las islas Fortunadas que quedaron,
Cuando otras del mar Norte se anegaron.
Y asì à muchos pilotos yo he oido,
Que navegando han visto las señales
Y muestras de edificios que han habido,
(Cosas son todas estas naturales,
Que bien pueden haber acontecido)
Por donde los Tupis descomunales,
Irian facilmente à aquellas partes,
Buscando para ello maña y artes.
Llegando, pues, allí ya reformadas
Sus barcas y bateles, con gran pio,
Tornàronse à entregar á las hinchadas
Ondas del bravo mar á su albedrío.
Las barcas iban rotas, destrozadas,
Cuando tomaron tierra en Cabo Frio,
Que es tierra del Brasil, yendo derecho
Al Rio de la Plata y al Estrecho.
Comienzan á poblar toda la tierra,
Entre ellos dos hermanos han venido.
Mas presto se comienzan à dar guerra,
Que sobre un papagayo ha sucedido.
Dejando el uno al otro, se destierra
Del Brasil, y á los llanos se ha salido.
Aquel que queda ya Tupí se llama,
Estotro Guaranì de grande fama.
Tupì era el mayor y mas valiente,
Y al Guaraní menor dice que vaya
Con todos sus soldados y su gente,
Y que él se quedará allí en la playa.
Con la gente que tiene incontinente
El Guaraní se parte y no desmaya:
Que habiendo con su gente ya partido,
La tierra adentro y sierras ha subido.
Pues estos dos hermanos divididos,
La lengua guaranì han conservado:
Y muchos que con ellos son venidos,
En partes diferentes se han poblado,
Y han sido en los lenguages discernidos,
Que por distancia nadie ha olvidado.
Tambien con estos otros, aportaron,
Que por otro viage allà pasaron.
Mahomas, Epuaes y Calchines,
Timbues, Cherandies y Beguaes,
Agaces, y Nogoès, y Sanafines,
Maures, Tecos, Sansones, Mogoznaes.
El Paranà abajo, y à los fines
Habitan los malditos Charruaes,
Naues y Mepenes, Chiloazas:
A pesca todos dados y à las cazas.
Los nuestros Guaranís, como señores,
Toda la tierra cuasi dominando,
Por todo el Paraná, y alrededores
Andaban crudamente conquistando.
Los brutos, animales, moradores
Del Paraguay, sugetan à su mando.
Poblaron mucha parte de esta tierra,
Con fin de dar al mundo cruda guerra.
Poblando y conquistando han alcanzado
Del Perú las nevadas cordilleras;
A cuyo piè ya tienen subyugado
El rio Pilcomayo y sus riberas.
Muy cerca de la sierra han sugetado,
A gente muy valientes y guerreras
En el rio Condorillo y Yesuì,
Y en el grande y famoso Guapaí.
Una canina rabia les forzaba
A no cesar jamas de su contienda.
Qué el Guaraní en la guerra se hartaba,
(Y así lo haria hoy, sin la rienda,
Que le tenemos puesta), y conquistaba,
Sin pretender mas oro, ni hacienda,
Que hacerse como vivas sepulturas
De símiles y humanas criaturas.
Que si mirar aquesto bien queremos,
Caribe dice, y suena sepultura
De carne: que en latin _caro_ sabemos
Que carne significa en la lectura.
Y en lengua guaranì decir podemos
_Ibí_, que significa compostura
De tierra, dó se encierra carne humana:
Caribe es esta gente tan tirana.
Teniendo, pues, la gente conquistada,
En mil parages se poblaron de hecho.
El Guaraní con ansia acelerada
A los Charcas camina muy derecho.
La cordillera y sierra es endiablada:
Parece le será de gran provecho
Parar aquì, y hacer asiento y alto,
Con fin de allí al Perù hacer asalto.
Muy largos tiempos y años se gastaron,
Y muchos descendientes sucedieron,
Desde que los hermanos se apartaron.
De Tupì en el Brasil permanecieron
Tupìes, y destotros que pasaron
Guaranìes se nombran, y así fueron
Guerreros siempres aquestos en la tierra,
Que el nombre suena tanto como guerra.
Aquestos Guaraníes se han mestizado
Y envuelto con mil gentes diferentes,
Y el nombre Guaranì han renunciado,
Tomando otro por casos y accidentes.
Allà en las cordilleras, mal pecado,
Chiriguanaes se dicen estas gentes,
Que por la poca ropa que tenian,
De frio muchos de ellos perecian.
La costa del Brasil es muy caliente,
Y el Paraguay y toda aquella tierra.
Camina aquesta gente del oriente,
Y para en las montañas y la sierra,
Caminando derechos al poniente,
Haciéndoles el frio cruda guerra.
Que mal puede el desnudo en desafio
Entrar y combatirse con el frio.
Llegaron, pues, al fin á aquel parage
Dó el frio les hizo guerra encarnizada,
Y frio _chiri_ suena en el lenguage
Del Inga, que es la lengua mas usada;
_Guana_ es escarmiento de tal trage.
Aquesta gente iba mal parada,
Y el frio que tomaron, escarmiento
Fué para el Chiriguana y cognomento.
En este tiempo ya habian venido
Por otra parte y via al Perú gentes:
Por ser tan exquisitos, no he querido
Sus nombres referir tan diferentes.
En una lengua muchos se han unido,
Que es _quichua_, y los hidalgos y valientes,
De aqueste nombre Inca se han jactado,
Y à todos los demas han sugetado.
Estando de esta suerte apoderados
Los Incas, los Pizarros allegaron,
Y siendo del Perù bien enterados,
La tierra en breve tiempo conquistaron.
Los Guaranís sus dientes acerados
Alegres con tal nueva aparejaron,
Pensando que hartarian sus vientres fieros,
De la sangre de aquellos caballeros.
El corazon pedia la venganza
De sus pasados padres, que habian sido
De la tierra Estremeña à espada y lanza
Expulsos, como arriba habeis oido.
Mas viendo de Pizarro la pujanza,
Temieron de pasar; y así han tenido
Por seguros los montes despoblados,
Sin ser á gente humana sugetados.
De allí hacen hazañas espantosas,
Asaltos, hurtos, robos y rapiñas,
Contra generaciones belicosas,
Que estan al rededor circunvecinas.
En sus casas estan muy temerosas,
Como unas humillisimas gallinas,
Con sobrado temor noche y mañana,
Temiendo de que venga el Chiriguana.
Usan embustes, fraudes y marañas,
Tambien tienen esfuerzo y osadía,
Y así suelen hacer grandes hazañas,
Que arguyen gran valor y valentía.
A aquestos ví hacer cosas estrañas
En tiempo que yo entre ellos residía:
Y el que no me quisiere á mi escuchallo,
Al de Toledo vaya á preguntallo.
Dejemos esto agora:--navegando
Magallanes tambien vino derecho,
La costa del Brasil atras dejando
En busca fuè y demanda del Estrecho.
Salió del mar del sur atravesando,
Y hàllase contento y satisfecho,
Y al mundo dà una vuelta con Victoria,
Ganando en este caso fama y gloria.
Despues à los quinientos y trece años,
Contados sobre mil del nacimiento
De aquel que padeció por nuestros daños,
Dió Juan Diaz de Solìs la vela al viento,
Al Paraná aportò, dó los engaños,
Del Timbú le causaron finamiento,
En un pequeño rio de grande fama,
Que á causa suya de _Traicion_ se llama.
Por piloto mayor de Magallanes
Al Estrecho venido aqueste habia;
No harto de pasar penas y afanes,
La conquista á D. Carlos le pedia.
Entró el rio arriba con desmanes,
Hasta que ya el postrero le venia,
En que su alma del cuerpo se desata,
Poniendo al Paraná nombre de Plata.
No fué sin causa, creo, de secreto,
Y señal de misterio y buen agüero.
Aunque es así que todo está sugeto
Al divino juicio verdadero,
Y aunque usó este nombre por respeto,
Que vido cierta plata allí primero,
Yo entiendo que ha de haber grande tesoro
Algun tiempo de plata allí y de oro.
La muerte pues de aqueste ya sabida,
El gran Carlos envia al buen Gaboto,
Con una flota al gusto proveida.
Como hombre que lo entiende y que es piloto.
Entró en el Paraná, y ya sabida
La mas fuerza del rio le ha sido roto
Del Guaraní, dejando fabricada
La torre de Gaboto bien nombrada.
Algunos de los suyos se escaparon
De aquel río Timbus dó fué la guerra,
Al rio San Salvador despues bajaron,
Donde la demas gente estaba en tierra.
A nuestra dulce España se tornaron,
Huyendo de esta gente infiel y perra.
Mas no pone temor esta destroza
A D. Pedro Guadix y de Mendoza.
D. Pedro de Guadix, como diremos,
Despues de haber de Roma malvenido,
Cuando hubo disencion en los supremos,
El gobierno Argentino hubo pedido.
Empero algun tanto ahora descansemos,
Que no le dejaremos por olvido,
Pues su hambre rabiosa y grande ruina
Ayuda á lamentar á la Argentina.
De nuestro rio Argentino y su grandeza
Tratar quiero en el canto venidero,
De sus islas, y bosques y belleza,
Epilogo haré muy verdadero.
Ninguno en lo léer tenga pereza,
Que espero dar en él placer entero,
De cosas apacibles y graciosas,
Y dignas de tenerse por curiosas.